Principio de la especie - Luisa Valenzuela
Adán y Eva - Lucas Cranach, el viejo Courtauld Gallery - Londres Me acerqué a la planta perenne de tronco leñoso y elevado que se ramifica a mayor o menor altura del suelo y estiré la parte de mi cuerpo de bípeda implume que a de la muñeca a la extremidad de los dedos para recoger el órgano comestible de la planta que contiene las semillas y nace del ovario de la flor. El reptil generalmente de gran tamaño me alentó en mi acción dificultosa que se acomete con resolución. Luego insté al macho de la especie de los mamíferos bimanos del orden de los primates dotados de razón y de lenguaje articulado a que comiera del órgano de la planta. Él acepto mi propuesta con cierto sentimiento experimentado a causa de algo que agrada. Pocas cosas tienen nombre, por ahora. A esto que hicimos creo que lo van a denominar pecado. Si nos dejaran elegir sabríamos llamarlo de mil maneras más encantadoras.