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Continuidad de los parques - Julio Cortázar

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                                                 Había empezado a leer la novela unos días antes. La abandonó por negocios urgentes, volvió a abrirla cuando regresaba en tren a la finca; se dejaba interesar lentamente por la trama, por el dibujo de los personajes. Esa tarde, después de escribir una carta a su apoderado y discutir con el mayordomo una cuestion de aparcerías volvió al libro en la tranquilidad del estudio que miraba hacia el parque de los robles.  Arrellanado en su sillón favorito de espaldas a la puerta que lo hubiera molestado como una irritante posibilidad de intrusiones, dejó que su mano izquierda acariciara una y otra vez el terciopelo verde y se puso a leer los últimos capítulos.  Su memoria retenía sin esfuerzo los nombres y las imágenes de los protagonistas; la ilusión novelesca lo ganó casi en seguida. Gozaba del placer casi perver...

El sol y el viento - Fábula de Esopo (adaptación)

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  Estaban una vez discutiendo el sol y el viento sobre cual de los dos era el más fuerte, cuando de pronto vieron que venía por un camino un hombre, que llevaba puesto un abrigo.    El viento le dijo al sol:    - Mira aquel hombre que lleva su abrigo. El que consiga que se lo quite, será el más fuerte.    Y dicho esto, mientras el sol se ocultaba entre las nubes, el viento empezó a soplar y soplar muy fuerte, pero cuanto más soplaba, más fuerte se sujetaba el abrigo el hombre.    Al cabo del rato el viento se cansó de soplar sin conseguir nada.    Entonces el sol salió y empezó a calentar más y más, tanto que el hombre empezó a sudar y tanto calor sentía que al final se quitó el abrigo.    El sol había conseguido con sus rayos lo que el viento con toda su fuerza no pudo.                      

Cuento de horror - Marco Denevi

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La señora Smithson, de Londres (estas historias siempre ocurren entre ingleses) resolvió matar a su marido, no por nada sino porque estaba harta de él después de cincuenta años de matrimonio. Se lo dijo: -Thaddeus, voy a matarte. -Bromeas, Euphemia -se rió el infeliz. -¿Cuándo he bromeado yo? -Nunca, es verdad. -¿Por qué habría de bromear ahora y justamente en un asunto tan serio? -¿Y cómo me matarás? -siguió riendo Thaddeus Smithson. -Todavía no lo sé. Quizá poniéndote todos los días una pequeña dosis de arsénico en la comida. Quizás aflojando una pieza en el motor del automóvil. O te haré rodar por la escalera, aprovecharé cuando estés dormido para aplastarte el cráneo con un candelabro de plata, conectaré a la bañera un cable de electricidad. Ya veremos. El señor Smithson comprendió que su mujer no bromeaba. Perdió el sueño y el apetito. Enfermó del corazón, del sisema nervioso y de la cabeza. Seis meses después falleció. Euphemia Smithson, que era una mujer piadosa, le agradeció a ...

Blancanieves - Jacob y Wilhelm Grimm

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  Había una vez, en pleno invierno, una reina que se dedicaba a la costura sentada cerca de una ventana con marco de ébano negro. Los copos de nieve caían del cielo como plumones. Mirando nevar se pinchó un dedo con su aguja y tres gotas de sangre cayeron en la nieve.  Como el efecto que hacía el rojo sobre la blanca nieve era tan bello, la reina se dijo:  -¡Ojalá tuviera una niña tan blanca como la nieve, tan roja como la sangre y tan negra como la madera de ébano!  Poco después tuvo una niñita que era tan blanca como la nieve, tan encarnada como la sangre y cuyos cabellos eran tan negros como el ébano. Por todo eso fue llamada Blancanieves . Y al nacer la niña, la reina murió.  Un año más tarde el rey tomó otra esposa. Era una mujer bella pero orgullosa y arrogante, y no podía soportar que nadie la supera en belleza. Tenía un espejo maravilloso y cuando se ponía frente a él, mirándose le preguntaba:  ¡ Espejito, espejito de mi habitación ! ¿Quién es la má...

La esposa del estudiante - Raymond Carver

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Había estado leyéndole cosas de Rilke, un poeta que él admiraba, cuando ella se quedó dormida con la cabeza en su almohada. Le gustaba leer en alto, y leía bien: una voz segura que ora se hacia grave y sombría, orra se alzaba o se inflamaba. Cuando leía nunca apartaba la vista de la página, y sólo se detenía para alargar la mano hasta la mesilla a coger un cigarrillo. Era una voz rica que la sumíaen sueños de caravanas que partían de ciudades amuralladas, y de hombres barbados con largas túnicas. le había escuchado durante unos minutos, y había cerrado los ojos y se había dormido.   Él siguió leyendo en voz alta. Los niños llevaban horas dormidos, y afuera, de cuando en cuando, se oía el sonido de unos neumáticos sobre el asfalto mojado. Al rato dejó el libro y se volvió en la cama para alcanzar la lámpara. Ella abrió de pronto los ojos, como asustada, y parpadeó dos o tres veces. Sus párpados le parecieron extrañamente oscuros y carnosos al moverse de arriba abajo sobre aquel...

La prueba - Samuel Taylor Coleridge

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La pasionaria es conocida como la flor del sueño Si un hombre atravesara el Paraíso en un sueño, y le dieran una flor como prueba de que habá estado ahí, y si al despertar encontrara esa flor en su mano...¿Entonces, qué?

El hijo de Butch Cassidy - Osvaldo Soriano

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El mundial de 1942 no figura en ningún libro de historia pero se jugó en la Patagonia argentina sin sponsors ni periodistas y en la final ocurrieron cosas tan extrañas como que se jugó sin descanso durante un día y una noche, los arcos y la pelota desaparecieron y el temerario hijo de Butch Cassidy despojó a Italia de todos sus títulos. Mi tío Casimiro, que nunca había visto de cerca una pelota de fútbol, fue juez de línea en la final y años más tarde escribió  unas memorias fantásticas, llenas de desaciertos históricos y de insanias ahora remediables por falta de mejores testigos. La guerra en Europa había interrumpido los mundiales. Los dos últimos en 1934 y 1938, los había ganado Italia y los obreros piamonteses y emilianos que construían la represa de Barda del Medio en la Argentina y las rutas de Villarica en Chile se sentían campeones para siempre. Entre los obreros que trabajaban de sol a sol también había indios mapuches conocidos por sus artes de ilusionismo y magia y sobr...